La cerámica inca fue utilitaria, sencilla y funcional. Estableció distintos tipos de relaciones con los ceramistas locales, aprovecharon diferentes maneras de técnicas y estilos alfareros. Dentro del diseño de las vasijas se estableció dos modelos; una con estilo religioso ceremonial y la otra con funciones utilitarias de producción masiva, que eran fabricadas con decoración geométricas simples y con imágenes estilizadas de animales y de sus actividades diarias.
Debido a que los Incas no tenían conocimiento de la ruda debido a su movilización
se necesitaba que las mismas sean fuertes, duraderas y fáciles de transportar. Igualmente,
se intensificó la producción en las comunidades alfareras tradicionales y se
crearon comunidades de artesanos especializados, los cuales fueron trasladados
a otros lugares en calidad de mitmaqs (mitimaes), para poder difundir el estilo
Inca imperial.
Característica
La
principal característica que esta adopto fue ser policroma (de muchos colores)
y precocida con superficie pulida, dando así una elaboración a base de moldes
con la forma y el diseño de la cerámica, después de concluir con el proceso de elaboración
pulían su superficie y daban colores, es decir, las pintaban, teniendo entre los
más empleados el marrón y cepea, aunque también se usaban el rojo, naranja,
negro y blanco.
La vajilla de los Incas
en las provincias
Aríbalo, la olla con pedestal y el plato
constituyeron la vajilla mínima a usar por cualquier grupo o individuo
residente en las provincias que estuviesen relacionado con el Imperio Inca, sirvió
para almacenar y transportar chicha, una cerveza de maíz que era indispensable
en las relaciones sociales.
El plato se usó para servir pequeñas porciones
individuales de alimentos sólidos o semisólidos, incluyendo carne en ciertos
casos.
ROSE SÁNCHEZ